Algunas expresiones artísticas son de un gusto tan exquisito que no se limitan a sobrevivir el paso de los siglos, sino que más bien se ennoblecen con el devenir del tiempo.
El elaborado método del tallado de cristal Edo Kiriko es un ejemplo perfecto de esta innegable realidad. De hecho, los artesanos que siguen practicando este oficio con 200 años de antigüedad se enorgullecen de poder dar perpetuidad a esta práctica tan rica como apreciada. No obstante, no se debe olvidar que son artesanos que pertenecen a estos tiempos y que procuran limitar su trabajo, para lo cual lo definen como estrictamente tradicional.
“‘Tradición’ es una palabra que abarca muchos significados diferentes”, aclara Yoshiro Kobayashi, que pertenece a la tercera generación de artesanos de Edo Kiriko. “Ni es algo que se les impone a los demás, ni algo que se arrastra consigo, [sino que es] algo que nace, en mi opinión, de las actividades que el ser humano realiza cada día y que florece de forma natural a partir de la repetición de esa práctica.... Es algo que logra que todo esté conectado”.
En el arte de Edo Kiriko, resulta fundamental que se realicen numerosas repeticiones de gran precisión, por lo que los artesanos que aspiran a dominarlo deben dedicar años y años de entrenamiento y práctica. Kobayashi, al igual que muchos de sus compañeros, empezó su formación con tan solo 13 años, edad a la que entró en el taller de su padre.