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TIEMPO DE KINTSUGI

10/04/2020

La técnica japonesa que embellece con oro las piezas rotas de cerámica o porcelana.

El arte japonés del kintsugi (también llamado kintsukuroi), consiste en reparar fracturas de piezas de cerámica o porcelana con una pasta de barniz o resina a la que se le añade polvo de oro. Esta técnica se inscribe en la filosofía japonesa del wabi-sabi, que defiende la belleza de la imperfección; sosteniendo así que las roturas y reparaciones de un objeto forman parte de su historia y, por ello, deben mostrarse en lugar de ocultarse. Gracias al kintsugi, los objetos rotos, lejos de desecharse por haber perdido su forma y utilidad, se recomponen haciéndose más resistentes y aún más bellos.

Kintsugi en japonés significa “carpintería de oro”, y es una técnica que se remonta a finales del siglo XV, cuando el shōgun (comandante del ejército), Ashikaga Yoshimasa, envió a China dos de sus tazones de té favoritos para que fueran reparados. Los tazones volvieron arreglados con unas feas grapas de metal, que no eran del agrado de su dueño, quien buscó entonces artesanos japoneses que enmendasen la labor de los chinos, dando como resultado esta original y artística técnica de reparar cerámicas y porcelanas.

El kintsugi tuvo tanta aceptación, que algunos llegaron incluso a romper objetos para luego poder repararlos con dicho método que, además de embellecerles, les daba mayor valor, ya que algunas antiguas piezas reparadas de este modo tienen más valor que piezas que nunca se rompieron.

En la actualidad, la artista japonesa Tomomi Kamoshita ha utilizado la técnica del kintsugi para realizar su serie de soportes para palillos y cubiertos, ensamblados a partir de pequeñas piezas de cerámica y vidrio que han sido arrastrados a la orilla del mar. Sus bellas piezas se exponen y se venden en la Galería Ronin de Nueva York. Por otro lado, la escritora francesa Celine Santini, defiende en su libro Kintsugi. El arte de la resiliencia (Ed. Cúpula), que proyectar la filosofía que encierra este arte a la vida es una forma de embellecer o aceptar las cicatrices que vamos acumulando con el paso de los años.